Nos llamaban la Isla del Encanto. Todo el mundo quería venir a nuestras playas. En algún momento esto cambió y no sabemos por qué. Miles se han ido para no volver. De los que se han quedado muchos están buscando el boleto mas barato para salir…
Tenemos muchos problemas pero nuestro mayor problema es que no sabemos cómo resolverlos. Estamos fracturados por profundas divisiones y somos incapaces de ponernos de acuerdo para trabajar hacia un bien común. Nos corroe la desconfianza. La política nuestra se ha convertido en una pugna para ver quién se reparte el botín del presupuesto gubernamental. Y no podemos señalar a algún líder que sea íntegro, que goce de la confianza de la mayoría y que tenga las ideas para ayudarnos a salir del atolladero en que nos encontramos. Nadie tiene todo el conocimiento necesario para gobernar. Hay que crear un equipo de apoyo con gente integra, preparada y comprometida. Sobretodo, hay que tener la humildad para reconocer las ideas correctas de otros aunque sea nuestros rivales políticos.
La realidad es que aunque los partidos que se han alternado en el poder los últimos cuarenta años son parte del problema, seguimos votando por ellos. Ninguno ha reconocido su participación en la creación de la deuda que nos asfixia. Ninguno ha hecho un acto de contrición reconociendo su culpabilidad. ¿Quién es el culpable? Fuenteovejuna. En otras palabras, todos. En la práctica, nadie. La culpa es…huérfana.
¿Cuándo nos salimos del camino correcto? Nos salimos del camino cuando dejamos de ser un pueblo trabajador y nos convertimos en unos vagos, mantenidos por las transferencias federales. La mayoría ni estudia, ni trabaja, ni aporta ; solo consume. Hay quienes su trabajo consiste en mentir para recibir…las becas Pell y los préstamos estudiantiles. Cerca de la mitad no se gradúa pero se quedan con la deuda.
El trabajo nos hace sentirnos útiles, nos hace esforzarnos y posibilita alcanzar la excelencia. El trabajo estimula nuestra creatividad y aumenta el respeto por nosotros mismos, eso que llamamos la dignidad personal. El futuro sólo se labra con sacrificio y esfuerzo. El problema es que se aprende a trabajar con el ejemplo de los padres. Y si ellos no trabajan… ¿Cuántos niños se levantan temprano y se hacen su desayuno porque papá y mamá no se han levantado, porque se acostaron tarde porque no trabajan? Somos la jurisdicción con mayor proporción de personas con Seguro Social por incapacidad. Somos la jurisdicción con la menor tasa participativa de trabajo. Es un bochorno el montón de permisos para estacionamientos de incapacitados en manos de gente que puede caminar sin problemas. Aclaro, no hay muchos trabajos. En algunos la paga y las condiciones no son las mejores. Hay que reinventarse. Readiestrarse, volver a estudiar lo que tiene salida, freir bacalaitos o alcapurrias…¿y por qué no? Cruzar el charco y luchar para sostener a los que uno ama.
Nos salimos del camino cuando decidimos abandonar la tierra. Empezamos a sembrar cemento y tecnología. Antes las manos callosas de nuestros jíbaros eran nuestro orgullo, ahora nos horrorizamos ante la perspectiva de tener que esforzarnos y sudar para ganarnos el sustento. Gracias a los hermanos dominicanos el café no se pierde. Parte del problema lo causaron gobiernos que descuidaron la agricultura, generaciones que no encontraban glamour en tener tierra en las uñas, compañías que inundaron el mercado con productos de afuera mas baratos y muchos de nosotros que dejamos de auspiciar lo nuestro por ser mas caro. El que se olvida de su tierra, se olvida quien es.
Nos salimos del camino correcto cuando dejamos de ser un pueblo pobre, pero honesto, para convertirnos al pillaje. Ahora somos una partida de listos y aprovechados que pretendemos apropiarnos de lo que no es nuestro. La corrupción es rampante, a todos los niveles y en todos los lugares, pero particularmente en el gobierno, ya sea estatal o municipal. Estamos obsesionados por las cosas y las queremos tener a cualquier costo. No hay sustituto para la honestidad.
Nos salimos del camino cuando empezamos a descuidar las relaciones más importantes en la vida. Cuando una profesión o unas metas personales fueron más importantes que el matrimonio o la familia. Cuando el matrimonio, en vez de un pacto de vida con Dios como testigo, se convirtió en mero contrato que podíamos invalidar a conveniencia. Cuando a fuerza de costumbre convertimos la tragedia del divorcio en una realidad cotidiana. ¡Tengo el derecho a ser feliz! Con el ese argumento destrozamos la vida de nuestro cónyuge y de nuestros hijos. Cuando empezamos a ver a la mujer meramente como un objeto de placer y no como una compañera de la vida, como la amiga más íntima. Cuando el tener hijos se convirtió en estorbo porque la realidad es que sólo tenemos tiempo para nosotros mismos. Se nos olvida que cuando todo falla nos queda la familia.
Nos salimos del camino cuando perdimos la solidaridad como pueblo. Cuando nuestros vecinos se convirtieron en extraños. Cuando fuimos incapaces de compartir con los que desarrollan su proyecto de vida a nuestro lado. Cuando dejamos de amar a nuestro prójimo y empezamos a verlo con indiferencia, o peor aún, con hostilidad. El ambiente en el trabajo se ha hecho insoportable y ni tan siquiera conocemos el nombre de aquellos que están todos los domingos a nuestro lado en la iglesia. Cuando en vez de sentir compasión nos volvimos intolerantes. ¡Si…somos guardas de nuestros hermanos!
Nos salimos del camino cuando el amor a Dios se convirtió en un ritual vacío los domingos para acallar nuestras conciencias. Cuando nos convertimos en ateos prácticos. Decimos creer en Dios pero vivimos como si no existiese, con un Dios que es irrelevante en nuestra vida diaria. Cuando pensamos que nuestra felicidad depende de alcanzar unas metas personales o de tener aquello que anhelamos. Cuando el Viernes Negro pesa más que el Viernes Santo. Cuando dejamos de anhelar la santidad para abrazarnos a la vulgaridad y a lo profano. Cuando se nos olvidó que la vida es pasajera y que hay que enfrentar la eternidad en algún momento. Cuando se nos olvidó que toda la gloria humana es inconsecuente ante la muerte y finalmente, lo único que importa es estar a Su lado por la eternidad.
¿Podremos volver al camino correcto?
¡Buscadme y viviréis! dice el Señor.
Dr. César A. Vázquez Muñiz
22 de octubre de 2014; revisado 9 de mayo de 2017
22 de octubre de 2014; revisado 9 de mayo de 2017