Sunday, July 31, 2016

Menos Mal Que No Existen Los Originales

Menos Mal Que No Existen Los Originales

Este artículo es de una respuesta que le escribí a unos hermanos que reaccionaron a una cita de C.S. Lewis. La cita dice así: “It is Christ Himself, not the Bible, who is the true word of God. The Bible in the right spirt and with the guidance of good teachers, will bring us to Him. We must not use the Bible as a sort of encyclolpedia out of which texts can be taken for use as weapons.”

Los comentarios de algunos me preocuparon. Me dio la impresión de que están en la “guagua” que lleva a conocer a Jesús prescindiendo de las Escrituras. Si descubrieron todas las razones para creer que pueden conocer a Jesús sin la ayuda de las Escrituras, los felicito y espero que estén disfrutando y contagiando a otros con vivencia, ( no estoy siendo irónico, siempre hemos creído que se puede salvar gente de entre los que nunca han escuchado el Evangelio).

Pero si creen que C.S. Lewis está de acuerdo con sus conclusiones históricas, permítanme aclararles. C.S. Lewis se convenció del cristianismo como revelación de Dios, leyendo el NT en griego y para él no solo era original, sino que se dio cuenta inmediatamente que no era mito, sino que era un relato escrito o dictado por testigos. Claro el no tuvo acceso a ésas fuentes que algunos tienen que dicen que los originales no existen. Pero por alguna razón, con su conocimiento de literatura antigua de las cuales estudiaba y enseñaba en lenguas muertas, (era profesor de literatura medieval en Oxford), llegó a la conclusión que el relato era original y como explica en El Problema Del Dolor, “tuvo que ser revelado”.

Por otro lado, el que estudia historia, no solo sabe que el NT no existía hasta después de la primera mitad del siglo primero, sino que ya para la primera mitad de 2do. Existían listas escritas por los enemigos del cristianismo denunciando los escritos cristianos. Y eso que no eran originales. El que estudia historia sabe que aquellos mártires murieron por defender las enseñanzas de esos escritos, pobrecitos si hubieran sabido que los originales no existían. El que estudia historia sabe que los escritos cristianos eran reconocidos mucho antes del Concilio de Nicea y dicho Concilio no fue para para “amapuchar” el canon actual.

El que estudia historia sabe que Casiodoro de Reina y todos los traductores murieron o huyeron toda su vida por traducir las Escrituras “de los originales”. Qué muchos sufrimientos se hubieran economizado si hubieran sabido “que los originales no existen”.

 Me pregunto yo: ¿por qué la Inquisición persiguió tanto la traducción, publicación y contrabando de las traducciones, “si los originales no existen” y ellos más que nadie sabían “que los originales no existen y además, ¿por qué preocuparse si las traducciones lo que hacen es diluir el texto? ¿Por qué perseguir a gente que al traducir lo que hacen es restarle a la verdad y si traducen una falsedad la hacen más falsa?

Yo prefiero confiar en lo poco original de la Escritura que fue defendida por la sangre de millones que confiar en el razonamiento cómodo y que no cuesta sacrificio de los que quieren prescindir o restarle autoridad a la Escritura, aunque “los originales no existen”.

Me preocupan todos esos excatacumberos que han sido iluminados y descansan en que “los originales no existen” o en lo que descubrió un doctor que “demuestra” que la Escritura es falsa o creación de unos rabinos conspiracionistas, etc.

Me preocupan todos esos excatacumberos que fueron transformados y fueron testigos de Poder de Dios en sus vidas por creer la Palabra. Si los originales no existen, ¿fue la fe que pusiste en aquella Palabra que provocó milagros en tu vida y en la de otra pura sugestión? Y si crees que fue sugestión, ¿has encontrado algo más genuino que haya provocado igual o mejor intimidad con Dios de la que tuviste? 

Hasta ahora yo no tengo por qué cambiar el mensaje que por 44 años ha transformado vidas y familias.         

Ultima entrevista a Francis Schaeffer en Moody Magazine

ultima entrevista a francis schaeffer en moody magazine  
edición julio / agosto 1984

PHR.: "Quiero compartir con ustedes ésta entrevista hecha en 1984 para que vean la visión que tuvo Schaeffer en aquél momento y cuán relevante es hoy".
     
¿Qué es el “Gran Desastre Evangélico?

Un gran sector del protestantismo ha aumentado su acomodo al presente espíritu del mundo en vez de usar la Biblia para juzgarlo. El espíritu de nuestra era demanda autonomía-libertad de toda ley, todo absoluto, incluso autonomía de la naturaleza humana. No hay absolutos morales en un mundo así. Todo el mundo hace y dice lo que quiere.
Cuando los evangélicos se acomodan a éste tipo de pensamiento, que comenzó en la Ilustración, terminaron torciendo la Escritura para alinearse con las tendencias cambiantes de la cultura en vez de juzgar la cultura en base a los absolutos de la Escritura.
Cuando los cristianos ceden ante el espíritu del mundo que demanda autonomía haciendo lo que se siente bien y personalizando lo espiritual, tenemos que decirles “Despierten, han sido infiltrados por el espíritu del mundo. Son mundanos.”

Ese acomodo ha sido aplicado a la Biblia. Encontramos un gran número de seminarios y profesores universitarios que han acomodado su visión de la Biblia a la visión teológica reinante usando una metodología existencial para interpretar la Biblia. Esto es meramente neo-ortodoxia presentada con el nombre de evangelio.

¿Podría dar otros ejemplos de cómo los evangélicos han comprometido su fe?

El sector evangélico se ha acomodado en cada punto crucial en nuestra cultura. Ya mencioné la distorsión de la Escritura. También hemos confundido el reino de Dios con programas sociales. Las estructuras sociales injustas o el capitalismo no son la causa del mal en el mundo. Cambiar las estructuras económicas-establecer otro sistema de redistribución – no va a detener el mal. El que los evangélicos adopten ésa línea de pensamiento es puro acomodamiento con el mundo.

Otro ejemplo es el feminismo extremo forzando el cambio de actitudes en nuestra sociedad. Dios creó al hombre y a la mujer en igualdad, pero es igualdad con diferencias. Ambos se complementan. Sin embargo, muchos en nuestra cultura, incluyendo evangélicos, Están tratando de borrar ésas maravillosas diferencias. Siguiendo el espíritu de acomodo, muchos han ido torciendo la Escritura para acomodar el divorcio fácil, la homosexualidad y la absoluta igualdad entre hombre y mujer.

El aborto es el más obvio de los ejemplos de ceder a la opinión del mundo. Los evangélicos han sido lentos en entrar en ésta batalla porque no quieren verse legislando moral o no creemos verdaderamente que la vida comienza en el momento de la concepción. Cualquier idea del mundo que nos impida promover la moral bíblica significa que nos hemos acomodado al mito secular de la neutralidad.

Nadie es neutral en cuanto al aborto. Todo el mundo legisla moralidad en éste asunto. Pero para el cristiano solo hay una posición bíblica: la vida humana comienza en el momento de la concepción. Si no defendemos la santidad de la vida del no nacido, estamos negando la verdad de la Escritura en la práctica.

Usted utiliza a menudo la frase “La Verdad trae Confrontación”. ¿Qué significa esto para el que cree en la Biblia?

Estas cosas comienzan con actitudes. Juan Wesley usaba una frase que nos puede ayudar. Cuando sus gentes se emocionaban por algo él les decía que era una emoción mundana. Eso ha sido de ayuda en mi vida. Cuando me envuelvo en asuntos me pregunto, “éste sentimiento que tienes, ¿es fiel a Dios, a Cristo y a su Palabra o estas cultivando una emoción mundana? ¿Estoy haciendo enemigos a los hermanos que creen diferente o estoy aportando a la discusión? Yo puedo ser tan firme como quiera en mi posición, pero a la misma vez debo ser capaz de invitar a mis contrincantes a tomar un café y sentarnos y hablar del tema.

Por otro lado, aclaro, donde hay verdad lo opuesto es mentira. No podemos decir “creo en la verdad de la Palabra De Dios” y echarme para atrás y mientras los demás creen lo que les parezca. Nuestra lealtad es mucho más que decir que creemos ciertas cosas. Nuestra lealtad es a Cristo y al Dios viviente.

Esto quiere decir que cuando se enseña una mentira, la señalamos como tal. La verdad trae confrontación. Si no realizamos que tenemos que hablar en amor, pero con firmeza contra lo que la Biblia condena, ya sea en moral o en doctrina, no podemos decir que amamos a Dios. Recitamos credos y cantamos himnos en el culto, pero me dan escalofríos pensar qué cree cada cual dentro de las estructuras evangélicas.

Hay cosas en las que podemos diferir, pero ¿Cuáles serían las esenciales?

Aunque toda verdad es importante, no todas están en la misma posición dentro de la jerarquía de la verdad. Los cristianos que creen en la Biblia de todas las clases caen en distintas posiciones dentro del espectro. Cosas en las que creemos que no son esenciales caen en el medio de ése espectro y hay áreas grises en donde los creyentes diferimos.
Por ejemplo, hablemos de las diferencias denominacionales. ¿Entramos en una iglesia que cree en la Biblia y hacemos de nuestras diferencias tema de discusión? No. Lo que sí debemos es tirar líneas claras entre iglesias que creen en la Biblia y las que no. Tenemos que estar claros en que creemos en la Biblia, no en si creemos en el bautismo de los niños o si debemos tener Santa Cena semanal o mensualmente. Muchas iglesias cometen el error de limitar su utilidad por poner primero sus distintivos denominacionales.

¿Qué consejos le daría a los creyentes que quieren ser radicales por la verdad en la Iglesia?

Primero, tienen que tener una relación profunda con el Señor, y no solamente estar en las calles protestando. Esto es lo que tenemos que construir unos en otros. Una profunda relación no es estática; la puedes tener como que no la puedes perder.

Segundo, Tienen que realizar que las cosas que enseñamos son la verdad. No son meramente experiencias personales. Son verdades objetivas. Lo que está ocurriendo en nuestra nación con la legalización del aborto y otras decisiones arbitrarias de las cortes, es más que unas diferencias de la posición bíblica, es totalmente opuesto.

Tenemos que estar claros en cuanto a quién es el enemigo y en cuanto a cuál es nuestro llamado. Dios nos ha llamado a mostrar su amor y su santidad. Tenemos que pedirle al Señor que nos capacite diariamente por medio de su Espíritu, para poder expresar la existencia y el carácter de ése Dios en contraste con el espíritu del mundo. No estamos enfrentando piezas y fragmentos sino una monolítica visión del mundo contraria a lo que la Biblia enseña. Esa visión ha traído la presente destrucción del mundo.

Enseñamos a éste Dios no solo porque es la Verdad sino porque en Él nos hemos realizado como seres humanos. Si Dios existe y nos hizo a Su imagen, cuando actuamos en contra de su Palabra, no solo estamos pecando, sino que estamos atentando en contra de nuestro bienestar. No solo estamos luchando por una verdad teológica abstracta, estamos luchando por la humanidad. Cuando esto está en metido en tus huesos, entonces puedes ir. Entonces puedes ser un radical.

¿Pueden los creyentes cambiar el rumbo de ésta guerra?

Solo Dios los sabe. Nuestro trabajo no es saber si vamos a ganar; nuestro trabajo es ser fieles. La iglesia ha pasado por periodos en donde parece que ha caído. Los que fueron fieles al Señor y a su Palabra gradualmente surgieron de nuevo. Debemos confiar en Cristo y en su Espíritu para que haya resultados.
¿Perdió Pablo la batalla porque fue decapitado?  ¿Perdieron la batalla los primeros cristianos porque dieron su vida en la arena? ¿Perdieron los reformadores porque los mataron? En ninguna manera. Nuestro trabajo es ser consistentes delante del Señor y descansar en sus manos.

Yo no sé si ésta nación ya está condenada o no.  Yo creo que estamos bajo el juicio de Dios por haber rechazado la luz que nos ha sido dada. Pero si suficientes cristianos peleamos y somos fieles, quien sabe, tal vez no solo veamos la iglesia renovarse si no también la cultura. Pero tenemos que pagar el precio y estar dispuestos a ser minoría.
No sé dónde estamos en la historia.  Pero no me importa. Si la iglesia se salva o ya se ha ido demasiado lejos en el espíritu de acomodo, no es el asunto En cualquier caso nuestro trabajo es el mismo, amar al Señor, amar la Escrituras, buscar del Espíritu para que haga su obra en nuestras vidas y avanzar. Con fe y esperanza creo que tenemos una oportunidad de tener éxito.

Usted tiene un profundo amor por la verdad de Dios y su Palabra. ¿Podría decirnos sobre su experiencia en eso?

Yo no amo éste libro porque tiene cubierta de cuero y letras de oro. Tampoco lo amo como “un libro sagrado”. Lo amo porque es El Libro de Dios. A través de él el creador del universo nos ha dicho quién es Él, cómo venir a Él a través de Cristo, quiénes somos y lo que la realidad es. Sin la Biblia no tendríamos nada.

Puede sonar melodramático, pero a veces en la mañana, tomo mi Biblia y a acaricio. Estoy tan agradecido por ella. Si el Dios que existe y creó la Tierra hubiera guardado silencio, no sabríamos quién es El. Pero la Biblia nos revela al Dios que existe; por eso la amo. No amo la Biblia como un libro, la amo por su contenido y por quien dio ése contenido. Cada año de mi vida que pasa siento esto más fuerte, emocional e intelectualmente.

Después de 50 años de servicio a la iglesia, ¿Qué mensaje final le daría a los evangélicos?

He visto el al mundo evangélico crecer y crecer. Pero habiéndose convertido en “el sistema” (establishment), los evangélicos se han acomodado al mundo en cada aspecto en vez de confrontar el mal. Si no tiramos la raya en amor ahora (1984), nunca lo vamos a lograr. Lo creo con todo mi corazón. En sus primeros años Harvard creía tan firmemente en el bautismo infantil que uno de sus presidentes fue expulsado por no creer ésa doctrina. Miramos hacia atrás y nos preguntamos si eso era tan importante como para tirar la raya. La realidad es que Harvard estaba más inteligentemente comprometida con el evangelio que las universidades y seminarios evangélicos de hoy. Si perdimos a Harvard, podemos perder todos éstos colegios también.          

Necesitamos no temer la división. Muchos no querrán unirse. Otros van a hablar con denuedo. Este tipo de división es tan importante ahora como en el pasado. Yo recuerdo como si fuera hoy, cuando la iglesia Presbiteriana se dividió en los años treinta. La expulsión del Dr. Gresham Machen por su oposición contra el liberalismo fue tal vez el evento sociológico más importante en la primera mitad del siglo veinte. Fue la señal de que ésa iglesia y otras iban a sucumbir ante el liberalismo. La barrera contra la debacle social había desaparecido.

Ahora la iglesia está en la mitad del puente. Si puede ser eliminada por su acomodo con el mundo, diciendo lo mismo que dice el mundo, confundiendo el reino de Dios con programas sociales, degradando los asuntos sobre la moral o sencillamente guardando silencio, pienso que la última barrera moral ya no está.


Por la causa de Cristo, de la iglesia y por la sociedad, esto que estamos diciendo es crucial. Si no confrontamos éste espíritu de acomodo con valentía, si no tiramos rayas en amor en nuestras iglesias y seminarios muchas organizaciones cristianas se perderán para la causa de Cristo para siempre.